Venezuela ⁄ Regulación de precios no permite que propietarios y locatarios puedan surgir en actividades comerciales.
El sueño de todo emprendedor es convertirse en empresario. En el dueño de su propio negocio, en ser su propio jefe, el que pone las reglas, tener personal a su cargo y, por supuesto, una mayor ganancia, tras años de espera para ver rendir sus frutos.
Pero, no es tan sencillo y menos aún en el contexto venezolano.
Una locataria que llamaremos Karina, tenía una minitienda en el Centro Comercial Ciudad Alta Vista. Con años de esfuerzo y con el apoyo de su esposo decidió montar su propio local en la rama de la estética.
Se unió a una franquicia y comenzó con lo suyo. Arrendó un local en un pequeño centro comercial de Unare, lo decoró, contrató personal, compró material, hacía trámites para tener un punto de venta, pero mientras tanto trabajaba con transferencias, ante la escasez de efectivo.
Fueron meses de lucha constante, de aumentos de precios para subsistir y cubrir los gastos operativos y su canasta básica como cualquier venezolano, pero le tocó un balde de agua fría recientemente: le cobrarán el alquiler del local en dólares.
Desde enero 2017 pagaba Bs. 1.200.000 en condominio y Bs. 1.800.000 en alquiler hasta junio. En julio con la renovación de contrato, el propietario del centro comercial les informó que serían 100 dólares para los de planta baja y 200 para planta alta, pagados en bolívares al cambio de una página de esta cotización del mercado negro.
En este centro comercial hay unos 15 locales y el cambio en la tarifa fue un ultimátum: si no quieren busquen en otro lado.
Eso pensaba hacer Karina, pero salió horrorizada de otros centros comerciales a los que fue a comparar, donde los locales estaban en peores condiciones y entre 300 y 600 dólares por arrendamiento.
“De tanto llorarle -al propietario del centro comercial- lo bajó a $50 pero aún así es demasiado para nosotros”, dice.
“Eso está igual en todos lados, es una locura”, agrega.
La locataria insiste en que su caso es complicado porque no vende productos, sino servicios y de aplicar cambio de precios para cubrir el alquiler, “los clientes van a chillar”.
Escenario complicado
El sector comercial está dando brazadas en un mar donde no ve orilla, ni salvavidas.
Con una cifra del Índice Nacional del Precio al Consumidor oculta por el Banco Central de Venezuela, que la comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional calcula a 4.684,3 % la acumulada hasta junio, pero que para el cierre de año el Fondo Monetario Internacional estima en 14 mil %, con una posible caída del Producto Interno Bruto del 15 % a final de año, con una reconversión monetaria que ha sido postergada, regulación de precios, escasez de efectivo, puntos de venta incomprables, entre otros factores, el escenario nada alentador, no solo para el consumidor, sino para el proveedor de bienes y servicios.
El presidente de la Cámara de Comercio de Caroní, David Bermúdez, manifiesta que el sector está preocupado no solo por la hiperinflación, sino también por la imposibilidad para reponer inventarios, la devaluación y los alquileres.
Explica que al no haber cifras del BCV que permitan hacer un avalúo del inmueble, muchos se están desfasando en el tiempo, por lo que los propietarios han optado a hacerlo en dólares al cambio todos los meses.
Al gremio le preocupa aún más que la modalidad de cobrar arrendamiento en gramas de oro, como se hace en municipios del sur, ya llegó a Ciudad Guayana.
“Los que se dedican a este rubro, sus alquileres, tenemos conocimiento que tienen que pagarlo en gramas de oro, ya se está presentando ese fenómeno”, advierte.
No obstante, Bermúdez rescata que sí hay algunos propietarios de centros comerciales que están rigiéndose por la ley.
No está permitido
El presidente de la Cámara Inmobiliaria del estado Bolívar, Clemente Tenía, aunque admite que están haciendo estas negociaciones, pero aclara que el gremio no las avala.
“Estamos alertando tanto a los propietarios como a corredores que es muy riesgoso, se puede prestar a estafas y muchas cosas”, explica.
Sin embargo, acepta que la realidad no la pueden ocultar y uno de los problemas es que ni los corredores, ni propietarios, conocen de oro, su pureza o en cuánto se tranza, sin contar que no es legal.
Respecto al mercado inmobiliario, dice que las cotizaciones han disminuido en cuánto a su precio real y se están vendiendo entre 40 y 50 % menos por la situación del país, “en especial en la Región Guayana con las Empresas Básicas quebradas y la única que tiene ingreso es el Arco Minero y por eso las ofertas son en oro”.
Menciona que los precios se han ido al suelo porque no hay créditos hipotecarios a los que las personas puedan acceder o las cantidades son ínfimas.
Aunado a esto, la gente que se va del país vende sus inmuebles a precios irrisorios.
Tenía afirma que actualmente la caída del mercado es de 70 % y de 95 % en el sector construcción.
“No se está construyendo nada porque no hay materiales y las políticas no son atractivas”, añade.
Esta situación no solo afecta al sector privado, la Gran Misión Vivienda Venezuela también está paralizada, según el experto.
El directivo de la cámara señala que la falta de garantías jurídicas y que el derecho a la propiedad quede en entredicho con rumores como el “Ubica tu casa”, son perjudiciales.
Descontrol
El presidente de la Cámara de Comercio e Industrias reconoce que hay quienes hacen aumentos exagerados. “Hay locales de centros comerciales en Alta Vista que pagaban 80 millones y les hicieron aumento, es decir, adicionalmente a los ingresos deben sacar mil millones para cubrir gastos operativos de alquiler”, alerta.
“El ritmo del aumento del dólar no permite organizar o planificar eventos a mediano o largo plazo en bolívares, cómo uno se programa. Cobrar en dólares por lo que uno hace, no es lo que se quiere, pero hay casos donde los insumos varían, lo que hace que lo que uno cobre en bolívares no vale nada, a veces es como hacer el trabajo de gratis”, lamenta Mariela Mendoza de Buscadores de Libros.
Da como referencia que para el taller de plastilina para chamos cobran Bs. 1.500.000 por niño y la caja de plastilinas cuesta de Bs. 4.000.000 en adelante, de acuerdo a la marca. Cobrar 6 millones por niño suena exagerado, pero al pedirle al representante que compre los materiales, probablemente desista de inscribir a su hijo en la actividad.
Eso es tan solo en gastos operativos y no queda ganancia para cubrir el alquiler.
El directivo, por su parte, sostiene que esta modalidad es inviable a futuro, porque deben entonces modificar la estructura de costo en base al mercado negro.
“El problema es cuando tienes una estructura de costos que está regulada y precios fijos”, añade.
A eso se suma el Plan 50 propuesto por el Ejecutivo nacional, que también es considerado un factor que impedirá obtener ganancias para cubrir gastos de alquiler.
“En los centros comerciales estás viendo un cementerio comercial que nos preocupa mucho. De 10 locales, 8 están cerrados”, precisa.
Esta caída se traduce en menos oferta de productos y servicios, menos empleo, reducción de impuestos para el municipio y demanda que superará a la oferta.
¿Se puede llegar a un término medio?
-Bermúdez: No hay una figura que agrupe a los locatarios, puedes llegar a un acuerdo con un centro comercial, ¿pero qué pasa con el resto?
-Tenía: Nosotros tenemos asesores legales a los cuales pueden recurrir con toda la confianza gratuitamente, tanto propietarios como compradores.
Mientras tanto Karina seguirá insistiendo al propietario del centro comercial que al menos acepte $25 por pago de alquiler y como muchos locatarios de la ciudad intentará que la hiperinflación no acabe con su sueño de comerciante.
LEONERVIS HERNÁNDEZ
Fuente: primicia.com.ve
Fecha: 12-07-2018
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